La princesa de la boca
de fresa está triste
Lo creamos o no la difusión de determinados
estereotipos desde nuestra más tierna infancia no es algo intrascendente ni
baladí
Opinión, Las jóvenes, Violencia de género, Maltratos, Sevilla, Jueves 6 de junio
de 2013, por Ana Trujillo
En voz baja.- “La princesa está triste…, qué
tendrá la princesa? / Los suspiros se escapan de su boca de fresa, / que ha
perdido la risa, que ha perdido el color”. Este poema de Rubén Darío era en mi
adolescencia uno de mis favoritos. Unos versos que en realidad me recordaban a
los cuentos de mi niñez: Cenicienta, Blancanieves y los siete enanitos o La
bella durmiente. “Calla, calla, princesa -dice el hada madrina- ; / en caballo
con alas, hacia aquí se encamina, / en el cinto la espada y en la mano el azor,
/ el feliz caballero que te adora sin verte, / y que viene de lejos, vencedor
de la Muerte, / a encenderte los labios con su beso de amor”.
Era el mito romántico por excelencia: la joven
rescatada por su caballero de brillante armadura de una malvada madrastra y de
sus perversas hermanastras o de un dragón asesino. En aquellos años jamás
reflexioné acerca de lo que significaban esos poemas y aquellas historias
infantiles. Son sólo fábulas, dirán algunos. ¡Estas feministas siempre retorciendo
todo!, dirán otros. El problema no son los cuentos, sino los roles machistas y
trasnochados que reproducen.
Lo creamos o no la difusión de determinados
estereotipos desde nuestra más tierna infancia no es algo intrascendente ni
baladí. Hace unos meses mi compañera Laura Blanco (@lblancoalegre) publicó un
estudio realizado a los alumnos de entre 14 y 16 años sobre la violencia de
género.
Algunas de las conclusiones eran especialmente
alarmantes, sobre todo por el grado de interiorización de ciertos papeles
sexistas: un 60% estaba de acuerdo con que en la pareja lo normal es que el
hombre proteja a la mujer, un 20% creía que las mujeres son más débiles que los
hombres y un 30% que la fragilidad femenina tiene un encanto especial para
ellos y más del 45% asumía que “nadie como las mujeres sabe criar a sus hijos”.
Esos jóvenes que hoy están convencidos de que
los celos son una prueba de amor o que creen que “quien bien te quiere te hará
llorar” son nuestros adultos del mañana. Y alguien debería decirles que en la
vida real no hay príncipes salvadores ni princesas encantadas con la boca de
fresa, acaso y sólo si tienes mucha, mucha suerte hay agentes uniformados que
evitan in extremis tragedias como la que esquivó el pasado domingo Manuela en
Pino Montano cuando su marido trataba de arrebatarle la vida.
Ojo con los roles que propagan algunos libros,
algunas canciones o algunas películas. Un ejemplo. La trilogía más leída por
las mujeres de medio mundo, Cincuenta sombras de Grey, es un canto al machismo
rodeado de lujo y sexo. El hombre con el que sueñan cientos de miles de mujeres
a un lado y otro del Atlántico es un obseso del control, maniático y posesivo
que lejos de las páginas de ese libro asustaría a la más pintada. No se puede
bajar la guardia, ni en casa ni, por supuesto, en las escuelas.
En este país hemos avanzado mucho en materia de
igualdad, pero aún queda un largo camino por recorrer. El hecho de que seis
mujeres hayan sido asesinadas por sus parejas o exparejas en los últimos días
así nos lo recuerda. El hecho de que sean mayoritariamente las mujeres las que
reducen su jornada laboral para cuidar de los hijos así nos lo recuerda. El
hecho de que las mujeres cobren menos que sus compañeros varones así nos lo
recuerda. El hecho de que las mujeres dediquen más horas a las tareas
domésticas que sus parejas así nos lo recuerda. El hecho de que a las mujeres
se las siga prejuzgando por su apariencia física y una arcaica doble moral así
nos lo recuerda. Los progresos han sido mayúsculos, pero la batalla de la igualdad
no está ni mucho menos ganada. Y eso nos lo demuestra el día a día.
Otro ejemplo
En plena escalada de casos de violencia
machista, el más mediático ha sido el del jugador del Real Betis Rubén Castro.
Nada más conocerse que el futbolista verdiblanco había sido detenido por
golpear presuntamente a su exnovia, una avalancha de comentarios inundó las
redes sociales. La mayoría trataba de defender al mito desacreditando a la
denunciante: “es una buscona que tiene la entrada vetada a varios clubes y discoteca”,
“es sólo su pareja ocasional”, “viste provocativamente y lo acosa”… Como si así
se justificara lo injustificable. Desconozco quién dice la verdad y quién
miente. Eso lo dictaminará la magistrada y las pruebas. Lo que es realmente
desalentador e inquietante es la machista doble moral de algunos: ella es una
puta que parece merecerse cualquier cosa que le pase y él es un machote que
vive la vida. Yo voy más allá. ¡¿Y qué importa si fuera una fulana?! ¿Acaso eso
le da derecho a alguien a pegarle? Aunque sea presuntamente. No, no se lo da.
Lo dicho, todavía nos queda mucho por aprender.
“¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa /
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, / tener alas ligeras, bajo el cielo
volar, / ir al sol por la escala luminosa de un rayo, / saludar a los lirios
con los versos de mayo / o perderse en el viento sobre el trueno del mar”.
fuente, amecopress.net
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